Hay ideas que surgen como mecanismos de defensa que luego se vuelven patrones de conducta.
Una de ellas, muy ligada al pensamiento mágico y al paradigma judeocristiano, es la de que el sufrimiento trae recompensa. Esta idea de que “Dios le da sus peores batallas a sus mejores guerreros”. Que cada nuevo obstáculo es una prueba de Dios porque “lo que no te mata, te fortalece” y que si la estás pasando tan mal es porque sos especial, un “elegidx” de Dios.
Este tipo de ideas, de pensamientos pueden conducir a conductas autodestructivas, a que nos expongamos a situaciones o a personas que generan más sufrimiento. Por supuesto, de manera inconsciente. Nadie quiere sufrir de verdad. No al menos cuando alguna vez se experimentó bienestar, regulación, tranquilidad. Sí puede ser que sea difícil mantener ese bienestar o que nos hayamos hecho adictxs a la adrenalina que genera pasarla mal.
El vórtice traumático es magnético, tira fuerte, y cuando estamos tan acostumbradxs a la intensidad, es difícil mantener la estabilidad. Aburre, inquieta, incomoda. No da el “subidón”que da el sufrimiento, porque tampoco hay catarsis.
Al mismo tiempo, asumir que no se es especial, que el maltrato y el abuso que se vivió (o se está viviendo) fue gratuito y azaroso, sobre todo cuando ese maltrato se da en la infancia, es muy difícil.
La idea de que somos especiales, de que somos “elegidxs” nos da la fuerza para poder enfrentar el día a día, nos mantiene a salvo, nos da un sentido. Alguien poderoso, una fuerza sobrenatural tiene un plan para nosotrxs. Que idea más tranquilizadora. ¡Qué alivio saber que lo que unx vive no es en vano!
Pero si no nos detenemos a cuestionar esta idea una vez adultxs, podemos perpetuar el daño tanto a nosotres mismes como a otrxs. ¿De dónde creen que salen si no todos esos lideres de sectas, maestros, “elegidxs”?
Es duro, pero cuanto antes enfrentemos la realidad de que lo que vivimos no tuvo ningún sentido y fue horrible, y hagamos las paces con eso, abrazando y sosteniendo a ese niñx internx, más cerca vamos a estar de sanar, y lo que es más importante, más cerca vamos a estar de empezar a disfrutar de la vida.