Cuando era chica fantaseaba mucho. Una de mis fantasías recurrentes era que en realidad era adoptada y mis padres de verdad me iban a venir a buscar. Me había convencido de esto cuando descubrí que no había fotos de mí de bebé. Después descubrí que sí, que había. Así que mi fantasía viró a poner un anuncio en clasificados que diga “se busca adopción responsable para niña buena y educada”, o que mi hermana mayor me iba a venir a rescatar y me iba a llevar a vivir con ella y el marido, lejos. Tenía 6 años y era muy infeliz.
Hoy en varios países es el día de la madre. Por suerte no acá, porque estaría bastante más desregulada. Detesto los días de la madre. No recuerdo UN día de la madre que mi madre no se haya brotado o que no se haya negado a salir de debajo de las sábanas. Le preparábamos el desayuno, le hacíamos dibujitos, le dábamos un regalo. Y mi mamá lo único que hacía era quejarse de que le habíamos subido las persianas. Eso en los días de la madre que estaba deprimida. Los peores eran los que estaba maníaca. Me acuerdo una vez en particular que nos pasamos el día buscando una cafetera porque nos había gritado esa mañana que quería una. Fuimos con mi papá y mi hermana a buscarla, pero no fue algo lindo. Era una orden y no podíamos equivocarnos. Finalmente encontramos una, pero cuando se la fuimos a dar se brotó aún más porque consideraba que era una mierda, así que tuvimos que volver a salir para encontrar la correcta.
La mayoría de las fotos de mí de chica muestran una chica aterrada. Con las pupilas dilatadas y los ojos abiertos, la mirada fija. Sin embargo, a lo largo de mi vida he recibido comentarios como “tu mamá hizo lo mejor que pudo”, “tu mamá te ama” y un montón de falopas como “hay que honrar a los padres porque nos regalaron la vida” (Dios cómo detesto las constelaciones familiares).
¿Por qué cuesta tanto afrontar que se puede querer a alguien que nos hizo daño? Que puedo querer y cuidar de mi mamá y aún así estar enojada con ella, sentirme dolida.
Me molestan estos comentarios porque en general vienen de personas que no tienen ni idea lo que es crecer con una persona con un trastorno mental sin tratar. Meses en la cama durmiendo y luego meses de locura y violencia. Que no saben lo que es crecer con miedo. Miedo a que tu mamá esté muerta, porque tu casa siempre está oscura y ella tapada abajo de las sábanas, o miedo a que tu mamá te pegue, te rete, te grite, te diga cosas feas. Miedo a que eche a las personas que te cuidan porque les tiene celos, porque te ve feliz y tranquila con ellas, y no tiene la capacidad de entender que eso se construye. ¿Qué es lo que tendría que agradecer? ¿Qué no la tuve tan mal como otra gente? ¿Qué hay gente peor que yo? ¿Eso me debería consolar?
Este año me hice un tatuaje muy significativo, que tiene que ver con todo esto de lo que vengo hablando, con un proceso muy largo y doloroso que ha llegado a buen puerto. Me tatué el clásico corazón que dice “mother”, pero lo cambié por “therapy”. La terapia ha sido mi madre y me ha enseñado a auto-maternarme. Pero además me ha devuelto a la vida. No necesitamos honrar a nuestros padres para honrar la vida. Tus padres biológicos no necesariamente hacen a tu persona, en el sentido más profundo y esencial de la palabra “persona”. Tu historia familiar, no tiene por qué determinarte. Feliz día, a secas. Agregale vos lo que más quieras.